Algo despertó en la noche a la aldea
calmada de Narón. No era ningún sonido provocado por arma militar
lo que se oía, ese al que los habitantes ya estaban acostumbrados.
No olía a Ría, ni había en el ambiente un aroma a estiércol. La
temperatura era fría, embargo alta para ser diciembre. Por eso lo
que despertó en la noche a la aldea calmada de Narón aún hoy sigue
siendo un misterio.
Días antes se habían recogido algunas
pruebas del ambiente debido a que varios medios de comunicación
dieron la noticia de que la ciudad más próxima a la aldea, Ferrol,
estaba inundada de un olor llamativo y peculiar; muy similar al que
desprende la flor de la marihuana cuando está en todo su esplendor.
Hasta una de las principales cadenas de televisión, laSexta, ofreció
en su telediario un reportaje sobre las impresiones de los vecinos.
<< ¡Huele a porro!>> Decía
en una entrevista una de las vecinas ferrolanas, alertada por la
posibilidad de una mafia de la droga cercana a su domicilio. Pero el
olor se podía disfrutar en cualquier parte de la ciudad, e incluso
en momentos puntuales, hasta en Narón, Fene, la Graña o Mugardos se
llegó a percibir la citada fragancia.
Por lo tanto, se sospecha de la
posibilidad de que fuera ese mismo perfume el que llevó a levantarse
de la cama, a todos y a cada uno de los que en esa noche intentaban
conciliar el sueño o no, y salir a la calle sin coger ni una
rebequita con la que arroparse del frío que ninguno pareció notar.
No hubo sonido súbito que les levantaran, no fue un cañón, ni una
explosión; no hubo redoble de tambores ni de campanas. Pero al
amanecer del día siguiente, aparecieron en la ría los cuerpos de
todos los habitantes de una ciudad muerta.
Ferrol huele a porro, y no es por culpa mía.
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